domingo, 16 de enero de 2011

"Misterioso Asesinato en Manhattan", de Woody Allen (1993)


Excelente y divertidísima comedia del gran Woody Allen, la cual recuperó el estilo característico de las películas del director de la década de los setenta

Si a lo largo de la historia del cine ha habido un director que realmente ha sabido transmitirnos la esencia de los complejos y diversos elementos que caracterizan a las relaciones sentimentales entre humanos, dotando a cada uno de los cónyuges de originales (y en algunos casos extravagantes) particularidades, y situando todos estos elementos en un mismo contexto urbano común a casi todas las películas del director, el cual se sirve de dicho contexto para poder desarrollar las diferentes historias propuestas en sus originales guiones, ese ha sido sin duda alguna Woody Allen, uno de los realizadores más influyentes, icónicos y especialmente originales de la historia del cine.

Nacido como Allan Stewart Konigsberg en el neoyorkino barrio del Bronx, en 1935, Woody Allen se ha confirmado con el paso de los años como uno de los realizadores cinematográficos más exitosos y destacados del pasado siglo, con una carrera a sus espaldas que viene desarrollándose desde los años 50, época en la que ya comenzó sus primeras andaduras en el mundo del cine escribiendo guiones e interpretando pequeños papeles en películas igual de pequeñas y secundarias, además de destacarse por ser un gran humorista y comediante, actuando en varios clubs y salas del barrio residencial del Greenwich Village, en la ciudad de Nueva York (emplazamiento en el que el director ha situado la mayor parte de sus películas, especialmente en el barrio de Manhattan).

No sería hasta 1969 cuando el gran director neoyorkino dirigió su primera película, “Coge el dinero y corre”, un pseudo documental filmado en clave de comedia que recogía la vida de Virgil Starkwell, un delincuente y atracador de poca monta interpretado por el propio Woody Allen (quién también escribiría el guión de la película), y siendo esta producida por Charles H. Joffe, colaborador habitual en los films del director.

Esta cinta, junto con las siguientes películas de Allen (especialmente “El Dormilón” y “Bananas”), confirmaron al realizador como uno de los cineastas más innovadores del momento, dando además forma a un nuevo estilo de comedia completamente nuevo que acabaría por caracterizar a la mayor parte de las películas del director, el cual nos ofrecía una lista casi interminable de ingeniosas comedias de adultos en las que se debatían temas tan diversos como la sexualidad, la psicología, la filosofía o la identidad humana, estando todo ello aderezado por la presencia constante del perfil urbano de Nueva York, ciudad natal de Woody Allen a la que el director profesa un amor indescriptible y hermoso, algo que puede ser perfectamente apreciado en sus películas.

Ejemplos de esto lo componen dos de las mejores y más famosas cintas del director: “Annie Hall”, película con la que Woody Allen se consagraría en el mundillo de Hollywood y que le reportaría dos premios Oscar (uno al Mejor Director y otro al Mejor Guión Original, compartido con el también guionista Marshall Brickman), y la exquisita “Manhattan”, toda una obra maestra del Séptimo Arte filmada en blanco y negro y que constituye en sí misma un homenaje a la ciudad de Nueva York (aunque casi todas las películas de Allen lo son).

La película que he escogido para este comentario, a pesar de no tratarse de la obra más celebrada de Woody Allen ni de alcanzar el nivel de sofisticación logrado por pretéritas obras del director, si que es cierto que constituye uno de los mejores ejemplos de lo que el cine de Allen es y significa, conteniendo casi todos los tópicos habituales del director y pudiendo ser considerada como una quintaesencia dentro de la filmografía de Woody Allen, al menos en algunos aspectos concretos. La película a la que me estoy refiriendo no es otra que “Misterioso asesinato en Manhattan”, una ingeniosa comedia estrenada en 1993 que cuenta con la participación y la colaboración de personajes habituales en el cine de Allen, tanto a nivel artístico como a nivel técnico, y de los que hablaremos a continuación.


 "No puedo escuchar tanto a Wagner, me entran ganas de invadir Polonia"

Larry Lipton (Woody Allen) es un editor neoyorkino algo excéntrico y bastante neurótico que vive afincado en el Upper East Side de Manhattan junto con su mujer Carol (Diane Keaton), una antigua agente publicitaria con aspiraciones a restauradora que siente una gran pasión por la ópera y el teatro, al mismo tiempo que su marido centra sus gustos en asistir al Madison Square Garden para poder observar algún partido de Hockey o de baloncesto de cuando en cuando. Es precisamente tras volver a casa después de asistir a uno de estos partidos cuando la pareja entabla conversación por vez primera con sus vecinos, una anciana pareja formada por Paul (Jerry Adler) y Lillian House (Lynn Cohen), los cuales se muestran muy felices y contentos debido a que su vigésimo octavo aniversario se encuentra próximo. Tras pasar una pequeña velada junto a sus vecinos, la pareja regresa a su casa para descubrir al día siguiente por la noche que Lillian House, la vecina a la que acaban de conocer hace apenas un día, ha fallecido en su domicilio a causa de un fulminante ataque al corazón, dejando tanto a la pareja como a todo el vecindario sumidos en la consternación por lo sucedido. A pesar de que todos los indicios evidencian que la señora House ha fallecido por causas naturales, Carol Lipton comenzará a sospechar de su vecino Paul creyendo que este ha asesinado a su mujer con algún oscuro propósito, idea que no hará otra cosa que crecer en su mente tras encontrar una serie de pruebas que, desde su punto de vista, parecen incriminar a su vecino. A pesar de la oposición inicial de Larry, la pareja comenzará a investigar las causas del supuesto asesinato de la señora House a manos de su marido, contando para ello con la ayuda de dos viejos amigos de la pareja, Ted (Alan Alda), un antiguo escritor amigo de Carol, y Marcia Fox (Anjelica Houston), una polifacética escritora enormemente admirada por Larry.


"Misterioso Asesinato en Manhattan" constituye un película única dentro de la filmografía de Woody Allen, ya que a pesar de repetir en más de un sentido los tópicos a los que el director neoyorkino nos tiene acostumbrados, la cinta está dotada de una serie de elementos particulares que la hacen realmente especial, como una utilización más amplia y más inteligente de la comedia negra, una mayor compenetración entre los personajes principales, así como el revivir del espíritu que distinguió al cine de Allen durante la mitad de los años setenta, buena parte del cual se perdió en la filmografía de este durante los ochenta.

Los hechos que Woody Allen nos narra en esta película suponen la puesta en escena de un proyecto que el director tenía en mente desde finales de los años setenta, una época en la que las comedias más directas y con mayor contenido psicológico y sexual ocupaban la mayor parte del trabajo del director (con la excepción de la excelente cinta dramática “Interiores”), razón por la que Misterioso asesinato en Manhattan tuvo que ser pospuesta hasta la década de los noventa, momento en el que el guionista Marshall Brickman (Annie Hall) se reunió con Allen para poder dar vida al guión de la película y comenzar definitivamente la filmación.

La caracterización de los personajes que Woody Allen y Marshall Brickman logran transmitir con el guión de esta película (su primera colaboración en años), resulta francamente genial, por no hablar de las actuaciones que Diane Keaton, Alan Alda, Anjelica Houston y el propio Allen realizan en este film, siendo todas ellas realmente excelentes. Diane Keaton y Woody Allen interpretan a la perfección al típico matrimonio de mediana edad y perteneciente a una clase media-alta que puede ser considerado como la continuación de la pareja interpretada por estos mismos actores en Annie Hall, casi veinte años antes de la realización de esta película y bajo los nombres de Alvy Singer y de Annie. Allen por su parte sabe interpretar a la perfección al prototipo masculino de sus películas, neurótico, excéntrico y en algunas ocasiones frustrado sexualmente, mientras que Houston, Alda y Keaton resultan formidables como de costumbre.

La fotografía de Carlo Di Palma (colaborador habitual de Michelangelo Antonini), y la filmación de algunas escenas (en especial la escena final de la película realizada tras la pantalla de proyección de un cine), resultan muy destacables dentro de esta pequeña, pero divertidísima película.

Estos elementos, unidos a otros como la banda sonora (temas de Jazz, como suele ser típico en las películas de Allen), los geniales diálogos y frases míticas (fue en esta película donde surgió la famosa expresión de “no puedo escuchar tanto Wagner, me entran ganas de invadir Polonia”), y la representación tan hermosa que el director siempre nos hace de su querida ciudad de Nueva York, utilizándola como un telón de fondo más que perfecto, hacen de esta película una cinta altamente recomendable. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)



martes, 4 de enero de 2011

"Boogie Nights", de Paul Thomas Anderson (1997)


Fabuloso largometraje de Paul Thomas Anderson que nos ofrece una original, pero desencantada visión de la industria pornográfica durante la Edad de Oro de los años 70 y 80

Hace ya algún tiempo que leí un curiosísimo artículo en la famosa revista Forbes en el que se explicaba de forma detallada la situación de la industria de Hollywood en números, ofreciendo datos exactos que daban una ligera idea sobre cómo se encuentran actualmente los dominios del Rey Midas del mundo del cine. En él se informaba acerca del salario de los actores y de los equipos técnicos, del volumen de dinero que este gigante de la cinematografía factura anualmente, de los gastos y las pérdidas que por desgracia también se generan como consecuencia de las grandes superproducciones y de las campañas publicitarias destinadas a promocionar por todo el mundo las innumerables películas que allí se realizan, así como también de una gran cantidad de datos relacionados con las líneas de distribución, con la asistencia por parte del público a las grandes salas de los Estados Unidos, y en definitiva de otros tantos chascarrillos y tecnicismos que no llamaron especialmente mi atención.
Pero fue precisamente en la denominada letra pequeña donde encontré un dato  sorprendente y digno de mención que, debo reconocer, me dejó prácticamente boquiabierto. En las últimas líneas del artículo se revelaba que desde hace aproximadamente unos dos años, y muy especialmente durante el pasado año, la industria pornográfica norteamericana superó con creces la facturación económica de Hollywood (según parece en varios miles de millones de dólares), a lo cual se sumaban unas pérdidas prácticamente nulas y una balanza de gastos e ingresos mucho más estable  en relación a la del gigante de la producción cinematográfica convencional.
¿Fracaso rotundo de las bases del mundo de Hollywood, o por el contrario éxito masivo de las películas realizadas en la industria del porno? Como decía aquel gran sabio, “todo lo prohibido atrae, y si además es morboso, atrae el doble”.
Asentada en el Valle de San Fernando, junto a la ciudad de Los Ángeles, la industria pornográfica californiana lleva varios años siendo uno de los centros indiscutibles del sector audiovisual para adultos en los Estados Unidos, generando una producción masiva de material pornográfico que se vende prácticamente en todas partes y que además se ve alimentada por la distribución vía internet, (donde las posibilidades de comercialización son prácticamente infinitas), siendo este último una de las fuentes de mayor beneficio de la industria (por no decir la principal).
Pero al margen de todo esto, lo que resulta realmente interesante es la visión que se ha venido teniendo tradicionalmente de este extraño mundo que muchos no dudan de calificar como sórdido, desagradable y sobretodo oscuro, muy muy oscuro…, en resumen, un mundo del que en realidad no sabemos nada. Por supuesto, la industria del cine (ahora sí, convencional), ha tratado en algunas ocasiones de ofrecernos una imagen un tanto distorsionada acerca del funcionamiento interno del mundo del porno, sobre todo por medio de documentales en los que pueden verse a las “estrellas” del género hablando sobre su vida y sobre sus vivencias personales, tanto delante como detrás de las cámaras. En resumen, todo ello muy vago y confuso.
Pero si hay una película que ha sabido transmitir la realidad que se esconde detrás de este “sórdido” mundillo, no enfocándolo de forma superficial, sino realizando una mirada profunda a las vidas de aquellos que trabajan en el, esa es la sensacional Boogie Nights, una de las mejores y más celebradas películas del gran realizador Paul Thomas Anderson, la cual nos ofrece un estupendo recorrido por los entresijos de la industria pornográfica de California durante la denominada Edad de Oro del Porno (1975 – 1985), una era dorada en la que el total desconocimiento de las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA propició el nacimiento y consolidación de la industria para adultos, la cual hasta ese momento no había obtenido el reconocimiento popular del que disfrutaría tiempo después (la mayor parte de las películas eran producidas de manera underground y con una distribución mínima).
La cinta nos narra las vivencias de diversas personas pertenecientes a este mundillo, en especial la de uno de ellos, Dirk Diggler (interpretado magistralmente por Mark Wahlberg en su primer papel protagonista de importancia), quién de la noche a la mañana comenzará una vertiginosa carrera que le llevará de ser un don nadie a convertirse en la “estrella” porno más importante del momento, con todos los excesos y dificultades que eso conllevará para su vida y la de aquellos que le rodean.
"Voy a ser una estrella, una gran estrella"
Valle de San Fernando, California, 1977. Eddie Adams (Mark Wahlberg) es un joven de 16 años que parece no conformarse con la vida que lleva. Vive con sus padres en Torrance, cerca de Los Ángeles, pero no precisamente en el mejor ambiente posible para un chico de su edad, pues su madre, una mujer neurótica y alcoholizada que maneja a su marido (un hombre dócil y sumiso que poco tiene que hacer o decir en su casa), no hace más que hacerle la vida imposible a su hijo, acusándolo continuamente de ser un holgazán y avisándole de que no tiene el suficiente talento ni mucho menos la suficiente inteligencia como para llegar a ser nadie en la vida, y eso es precisamente lo que abre los ojos a Eddie. Si hay algo que el anhela y desea por encima de todas las cosas es llegar a ser algo grande, o tal y como él dice, llegar a ser una estrella, una gran estrella, y hará todo lo posible por conseguirlo.
Tras dejar el colegio y conseguir un humilde trabajo como friega platos en una sala de fiestas del valle de San Fernando (frecuentada por actores y directores del mundo del porno), Eddie conoce allí a Jack Horner (Burt Reynolds), un renombrado director y cazatalentos que rápidamente se fija en él como si de un diamante en bruto se tratase, convenciéndole para que se meta en una de sus películas a probar suerte. Allí conocerá a varios actores y actrices, como Amber Waves (Julianne Moore), Reed Rothchild (John C. Rilley) o Rollergirl (Heather Graham), una joven actriz que anda sobre patines las 24 horas del día. Será precisamente con esta última que Eddie llame la atención de Jack, debido especialmente al formidable tamaño de su pene (todo un reclamo para sus películas), rodando poco después su primera escena que se transformará en un éxito masivo y que hará de Eddie la estrella porno del momento.

Jack Horner (Burt Reynolds) y su equipo de filmación momentos antes de rodar una "escena"
Cambiará su nombre de cara al público por el de Dirk Diggler y comenzará una serie de películas de gran éxito junto a su amigo Reed Rothchild que no harán más que aumentar su fama y su fortuna hasta límites que él jamás hubiese soñado, aunque por desgracia, todo lo bueno siempre acaba pasando: su adicción a las drogas, especialmente a la cocaína, harán peligrar seriamente la carrera y el estado de salud mental de nuestro protagonista, quién terminará descendiendo a un infierno del que difícilmente podrá salir airoso.
Escrita y dirigida por uno de los mejores realizadores cinematográficos de los últimos 20 años, Boogie Nights se trata de una película realmente fabulosa, con una presentación muy original tanto en su forma como en su contenido y dotada de un estilo brillante que hace que todos y cada uno de los elementos que la componen destaquen por igual, ya sea a nivel artístico o técnico.
El propio Paul Thomas Anderson concibió la historia basándose en un cortometraje dirigido por el mismo en 1988 llamado  La historia de Dirk Diggler (de donde toma el nombre el protagonista de Boogie Nights), el cual estaba basado en parte de la vida de John Holmes, uno de los actores más conocidos y de mayor éxito de la Edad de Oro del Porno, sirviendo todo ello de inspiración al director para concebir el que sería su primer gran éxito de crítica y de público tras la realización de su primer film, Hard Eight (1996).
Amber Waves (Julianne More) y Dirk Diggler (Mark Wahlberg) en una escena de la película
La película además cuenta con un estilo narrativo muy original y dinámico que recuerda al visto en cintas anteriores como la obra maestra Uno de los Nuestros (1990), o incluso Pulp Fiction (1994), estando dotada de un eficiente montaje a cargo de Dylan Tichenor que nos ofrece una combinación perfecta entre imágenes y música de forma casi constante, siendo la banda sonora otro de los puntos fuertes del largometraje, (ya que recoge algunos de los grandes clásicos de la época en la que está ambientada la película), siendo este estilo narrativo una de las grandes señas de identidad del nuevo cine desarrollado durante la década de los 90 en adelante: películas muy dinámicas que cuentan con una BSO muy escogida y con una dirección impecable que es capaz de mantenernos en nuestros asientos durante varias horas si es preciso sin que ni siquiera nos percatemos del paso del tiempo.
En este sentido, una buena historia muy bien traída se hace necesaria para poder realizar un largometraje de esta clase, y Boogie Nights la tiene y con creces.
Por otro lado, el elemento que más puede llamar la atención del espectador sea la presencia de un reparto espectacular en el que destacan actores de la talla de Julianne Moore, Burt Reynolds (quién volvió momentáneamente al estrellato después de su espectacular interpretación en esta película), Heather Grahman, Don Cheadle, John C. Rilley, William H. Macy, Philip Seymour Hoffman o el propio Mark Wahlberg, todos ellos estupendos en las caracterizaciones de sus respectivos peronajes. De hecho, muchos de los actores y actrices de la película son ya comunes en los films de Paul Thomas Anderson, como es el caso de John C. Rilley o de Philip Seymour Hoffman, a los que se puede ver en otro peliculón del director como es Magnolia (1999), ambientada también en Valle de San Fernando y que cuenta con un enorme Tom Cruise como co – protagonista en uno de los mejores papeles de su carrera.
La ambientación de la época también es otro elemento muy destacable de la cinta: los peinados, la ropa, los pantalones de campana, los automóviles, la decoración de las casas etc…hasta el más mínimo detalle está cuidado en esta gran película, la cual obtendría un excelente recibimiento tanto por parte del público como de la crítica, obteniendo 3 nominaciones a los Oscar en las categorías de Mejor Guión Original para Paul Thomas Anderson, Mejor Actor Secundario y Mejor Actriz Secundaria para Burt Reynolds y Julianne Moore respectivamente, ambos espléndidos en sus caracterizaciones de un director que busca desesperadamente el éxito y de una actriz divorciada con un hijo al que apenas ve, que encuentra en Eddie un espejo en el que reflejarse.
Como ya digo, una de las mejores y más originales películas de la década de los 90, con un estilo absolutamente brillante de la mano de uno de mis directores favoritos, cuyo visionado os recomiendo encarecidamente. A continuación o dejo con un vídeo que recoge los primeros minutos de la película en el que podéis disfrutar de un espectacular plano secuencia de varios minutos que espero, os anime a verla. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

sábado, 1 de enero de 2011

"Camino a la libertad" (2010), el esperado regreso de Peter Weir



La última película de Peter Weir, un viaje de más de 6.000 km que nos llevará desde las estepas heladas de la Rusia siberiana hasta los enormes picos de la cordillera del Himalaya, todo ello de la mano de un genial Ed Harris

Después de una ausencia de casi 7 años alejado de la gran pantalla, y tras afrontar una serie de proyectos cinematográficos frustrados como la adaptación de la novela de William Gibson “Pattern Recognition”, o la obra “The Playmaker”, de Thomas Keneally, el gran director australiano Peter Weir regresa este año para estrenar la película “Camino a la libertad”, un prometedor film basado en las memorias de Slawomir Rawicz que se estrena en nuestros cines el próximo 5 de Enero, contando con un reparto de lujo que incluye a nombres de la talla de Ed Harris en el papel protagonista, Colin Farrell o  Mark Strong, entre otros.
El que fuera director de títulos míticos como “Gallipoli” (película bélica ambientada en la Turquía de la Primera Guerra Mundial), la estupenda “El año que vivimos peligrosamente” (con Mel Gibson y Sigourney Weaver interpretando a dos periodistas que cubrían la ascensión del general Suharto en Indonesia), “Único Testigo”, las celebradas “El club de los poetas muertos” y “El Show de Truman”, y su última película hasta la fecha, la espectacular “Master and Commander: al otro lado del Mundo”, nos presenta su esperado regreso desempeñando la doble función de dirección y co-guionista junto a Keith Clarke de una excelente película que nos narra la odisea de Janusz, un oficial del ejército polaco que tras escapar de un Gulag situado en la Siberia Soviética en el que fue confinado tras la invasión germano-rusa de Polonia a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, emprende una épica marcha de miles de kilómetros junto a otros seis presos a través de Mongolia, el desierto del Gobi y la cordillera del Himalaya para tratar de llegar hasta la India Británica, todo ello basado en la historia real de Slawomir Rawicz (1914 – 2004), el oficial polaco autor de la obra que ha sido adaptada para la película. A pesar de este último dato, no han faltado voces críticas que afirman que la historia de Slawomir no es del todo cierta, indicando que la supuesta evasión del campo y posterior marcha hasta la India formaban parte de las vivencias de otro militar encarcelado llamado Witold Glinski.
El film, que cuenta con la participación de los estudios de la National Geographic en la localización de los exteriores utilizados para la filmación, hace un verdadero despliegue de recursos cinematográficos que nos muestran la inmensidad de las estepas heladas y de los interminables desiertos que sirven como telón de fondo a la historia, una historia en la que no faltan elementos tópicos de estas producciones como un intenso dramatismo, el espíritu de superación, la llamada de la libertad, y una vaga reconstrucción de los hechos basada en fuentes históricas que no suelen ser exactas al cien por cien, como suele ocurrir por desgracia en este tipo de películas, que dejan al margen el contexto puramente histórico a favor de los hechos que aquí se nos narran.
A pesar de todo, se trata de una película con unos valores de producción más que aceptables, una dirección impecable como suele ser típica del gran Peter Weir, así como con un buen reparto que cuenta en especial con una soberbia actuación de Ed Harris.
A continuación podéis ver el tráiler de la película. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)