domingo, 16 de enero de 2011

"Misterioso Asesinato en Manhattan", de Woody Allen (1993)


Excelente y divertidísima comedia del gran Woody Allen, la cual recuperó el estilo característico de las películas del director de la década de los setenta

Si a lo largo de la historia del cine ha habido un director que realmente ha sabido transmitirnos la esencia de los complejos y diversos elementos que caracterizan a las relaciones sentimentales entre humanos, dotando a cada uno de los cónyuges de originales (y en algunos casos extravagantes) particularidades, y situando todos estos elementos en un mismo contexto urbano común a casi todas las películas del director, el cual se sirve de dicho contexto para poder desarrollar las diferentes historias propuestas en sus originales guiones, ese ha sido sin duda alguna Woody Allen, uno de los realizadores más influyentes, icónicos y especialmente originales de la historia del cine.

Nacido como Allan Stewart Konigsberg en el neoyorkino barrio del Bronx, en 1935, Woody Allen se ha confirmado con el paso de los años como uno de los realizadores cinematográficos más exitosos y destacados del pasado siglo, con una carrera a sus espaldas que viene desarrollándose desde los años 50, época en la que ya comenzó sus primeras andaduras en el mundo del cine escribiendo guiones e interpretando pequeños papeles en películas igual de pequeñas y secundarias, además de destacarse por ser un gran humorista y comediante, actuando en varios clubs y salas del barrio residencial del Greenwich Village, en la ciudad de Nueva York (emplazamiento en el que el director ha situado la mayor parte de sus películas, especialmente en el barrio de Manhattan).

No sería hasta 1969 cuando el gran director neoyorkino dirigió su primera película, “Coge el dinero y corre”, un pseudo documental filmado en clave de comedia que recogía la vida de Virgil Starkwell, un delincuente y atracador de poca monta interpretado por el propio Woody Allen (quién también escribiría el guión de la película), y siendo esta producida por Charles H. Joffe, colaborador habitual en los films del director.

Esta cinta, junto con las siguientes películas de Allen (especialmente “El Dormilón” y “Bananas”), confirmaron al realizador como uno de los cineastas más innovadores del momento, dando además forma a un nuevo estilo de comedia completamente nuevo que acabaría por caracterizar a la mayor parte de las películas del director, el cual nos ofrecía una lista casi interminable de ingeniosas comedias de adultos en las que se debatían temas tan diversos como la sexualidad, la psicología, la filosofía o la identidad humana, estando todo ello aderezado por la presencia constante del perfil urbano de Nueva York, ciudad natal de Woody Allen a la que el director profesa un amor indescriptible y hermoso, algo que puede ser perfectamente apreciado en sus películas.

Ejemplos de esto lo componen dos de las mejores y más famosas cintas del director: “Annie Hall”, película con la que Woody Allen se consagraría en el mundillo de Hollywood y que le reportaría dos premios Oscar (uno al Mejor Director y otro al Mejor Guión Original, compartido con el también guionista Marshall Brickman), y la exquisita “Manhattan”, toda una obra maestra del Séptimo Arte filmada en blanco y negro y que constituye en sí misma un homenaje a la ciudad de Nueva York (aunque casi todas las películas de Allen lo son).

La película que he escogido para este comentario, a pesar de no tratarse de la obra más celebrada de Woody Allen ni de alcanzar el nivel de sofisticación logrado por pretéritas obras del director, si que es cierto que constituye uno de los mejores ejemplos de lo que el cine de Allen es y significa, conteniendo casi todos los tópicos habituales del director y pudiendo ser considerada como una quintaesencia dentro de la filmografía de Woody Allen, al menos en algunos aspectos concretos. La película a la que me estoy refiriendo no es otra que “Misterioso asesinato en Manhattan”, una ingeniosa comedia estrenada en 1993 que cuenta con la participación y la colaboración de personajes habituales en el cine de Allen, tanto a nivel artístico como a nivel técnico, y de los que hablaremos a continuación.


 "No puedo escuchar tanto a Wagner, me entran ganas de invadir Polonia"

Larry Lipton (Woody Allen) es un editor neoyorkino algo excéntrico y bastante neurótico que vive afincado en el Upper East Side de Manhattan junto con su mujer Carol (Diane Keaton), una antigua agente publicitaria con aspiraciones a restauradora que siente una gran pasión por la ópera y el teatro, al mismo tiempo que su marido centra sus gustos en asistir al Madison Square Garden para poder observar algún partido de Hockey o de baloncesto de cuando en cuando. Es precisamente tras volver a casa después de asistir a uno de estos partidos cuando la pareja entabla conversación por vez primera con sus vecinos, una anciana pareja formada por Paul (Jerry Adler) y Lillian House (Lynn Cohen), los cuales se muestran muy felices y contentos debido a que su vigésimo octavo aniversario se encuentra próximo. Tras pasar una pequeña velada junto a sus vecinos, la pareja regresa a su casa para descubrir al día siguiente por la noche que Lillian House, la vecina a la que acaban de conocer hace apenas un día, ha fallecido en su domicilio a causa de un fulminante ataque al corazón, dejando tanto a la pareja como a todo el vecindario sumidos en la consternación por lo sucedido. A pesar de que todos los indicios evidencian que la señora House ha fallecido por causas naturales, Carol Lipton comenzará a sospechar de su vecino Paul creyendo que este ha asesinado a su mujer con algún oscuro propósito, idea que no hará otra cosa que crecer en su mente tras encontrar una serie de pruebas que, desde su punto de vista, parecen incriminar a su vecino. A pesar de la oposición inicial de Larry, la pareja comenzará a investigar las causas del supuesto asesinato de la señora House a manos de su marido, contando para ello con la ayuda de dos viejos amigos de la pareja, Ted (Alan Alda), un antiguo escritor amigo de Carol, y Marcia Fox (Anjelica Houston), una polifacética escritora enormemente admirada por Larry.


"Misterioso Asesinato en Manhattan" constituye un película única dentro de la filmografía de Woody Allen, ya que a pesar de repetir en más de un sentido los tópicos a los que el director neoyorkino nos tiene acostumbrados, la cinta está dotada de una serie de elementos particulares que la hacen realmente especial, como una utilización más amplia y más inteligente de la comedia negra, una mayor compenetración entre los personajes principales, así como el revivir del espíritu que distinguió al cine de Allen durante la mitad de los años setenta, buena parte del cual se perdió en la filmografía de este durante los ochenta.

Los hechos que Woody Allen nos narra en esta película suponen la puesta en escena de un proyecto que el director tenía en mente desde finales de los años setenta, una época en la que las comedias más directas y con mayor contenido psicológico y sexual ocupaban la mayor parte del trabajo del director (con la excepción de la excelente cinta dramática “Interiores”), razón por la que Misterioso asesinato en Manhattan tuvo que ser pospuesta hasta la década de los noventa, momento en el que el guionista Marshall Brickman (Annie Hall) se reunió con Allen para poder dar vida al guión de la película y comenzar definitivamente la filmación.

La caracterización de los personajes que Woody Allen y Marshall Brickman logran transmitir con el guión de esta película (su primera colaboración en años), resulta francamente genial, por no hablar de las actuaciones que Diane Keaton, Alan Alda, Anjelica Houston y el propio Allen realizan en este film, siendo todas ellas realmente excelentes. Diane Keaton y Woody Allen interpretan a la perfección al típico matrimonio de mediana edad y perteneciente a una clase media-alta que puede ser considerado como la continuación de la pareja interpretada por estos mismos actores en Annie Hall, casi veinte años antes de la realización de esta película y bajo los nombres de Alvy Singer y de Annie. Allen por su parte sabe interpretar a la perfección al prototipo masculino de sus películas, neurótico, excéntrico y en algunas ocasiones frustrado sexualmente, mientras que Houston, Alda y Keaton resultan formidables como de costumbre.

La fotografía de Carlo Di Palma (colaborador habitual de Michelangelo Antonini), y la filmación de algunas escenas (en especial la escena final de la película realizada tras la pantalla de proyección de un cine), resultan muy destacables dentro de esta pequeña, pero divertidísima película.

Estos elementos, unidos a otros como la banda sonora (temas de Jazz, como suele ser típico en las películas de Allen), los geniales diálogos y frases míticas (fue en esta película donde surgió la famosa expresión de “no puedo escuchar tanto Wagner, me entran ganas de invadir Polonia”), y la representación tan hermosa que el director siempre nos hace de su querida ciudad de Nueva York, utilizándola como un telón de fondo más que perfecto, hacen de esta película una cinta altamente recomendable. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)



martes, 4 de enero de 2011

"Boogie Nights", de Paul Thomas Anderson (1997)


Fabuloso largometraje de Paul Thomas Anderson que nos ofrece una original, pero desencantada visión de la industria pornográfica durante la Edad de Oro de los años 70 y 80

Hace ya algún tiempo que leí un curiosísimo artículo en la famosa revista Forbes en el que se explicaba de forma detallada la situación de la industria de Hollywood en números, ofreciendo datos exactos que daban una ligera idea sobre cómo se encuentran actualmente los dominios del Rey Midas del mundo del cine. En él se informaba acerca del salario de los actores y de los equipos técnicos, del volumen de dinero que este gigante de la cinematografía factura anualmente, de los gastos y las pérdidas que por desgracia también se generan como consecuencia de las grandes superproducciones y de las campañas publicitarias destinadas a promocionar por todo el mundo las innumerables películas que allí se realizan, así como también de una gran cantidad de datos relacionados con las líneas de distribución, con la asistencia por parte del público a las grandes salas de los Estados Unidos, y en definitiva de otros tantos chascarrillos y tecnicismos que no llamaron especialmente mi atención.
Pero fue precisamente en la denominada letra pequeña donde encontré un dato  sorprendente y digno de mención que, debo reconocer, me dejó prácticamente boquiabierto. En las últimas líneas del artículo se revelaba que desde hace aproximadamente unos dos años, y muy especialmente durante el pasado año, la industria pornográfica norteamericana superó con creces la facturación económica de Hollywood (según parece en varios miles de millones de dólares), a lo cual se sumaban unas pérdidas prácticamente nulas y una balanza de gastos e ingresos mucho más estable  en relación a la del gigante de la producción cinematográfica convencional.
¿Fracaso rotundo de las bases del mundo de Hollywood, o por el contrario éxito masivo de las películas realizadas en la industria del porno? Como decía aquel gran sabio, “todo lo prohibido atrae, y si además es morboso, atrae el doble”.
Asentada en el Valle de San Fernando, junto a la ciudad de Los Ángeles, la industria pornográfica californiana lleva varios años siendo uno de los centros indiscutibles del sector audiovisual para adultos en los Estados Unidos, generando una producción masiva de material pornográfico que se vende prácticamente en todas partes y que además se ve alimentada por la distribución vía internet, (donde las posibilidades de comercialización son prácticamente infinitas), siendo este último una de las fuentes de mayor beneficio de la industria (por no decir la principal).
Pero al margen de todo esto, lo que resulta realmente interesante es la visión que se ha venido teniendo tradicionalmente de este extraño mundo que muchos no dudan de calificar como sórdido, desagradable y sobretodo oscuro, muy muy oscuro…, en resumen, un mundo del que en realidad no sabemos nada. Por supuesto, la industria del cine (ahora sí, convencional), ha tratado en algunas ocasiones de ofrecernos una imagen un tanto distorsionada acerca del funcionamiento interno del mundo del porno, sobre todo por medio de documentales en los que pueden verse a las “estrellas” del género hablando sobre su vida y sobre sus vivencias personales, tanto delante como detrás de las cámaras. En resumen, todo ello muy vago y confuso.
Pero si hay una película que ha sabido transmitir la realidad que se esconde detrás de este “sórdido” mundillo, no enfocándolo de forma superficial, sino realizando una mirada profunda a las vidas de aquellos que trabajan en el, esa es la sensacional Boogie Nights, una de las mejores y más celebradas películas del gran realizador Paul Thomas Anderson, la cual nos ofrece un estupendo recorrido por los entresijos de la industria pornográfica de California durante la denominada Edad de Oro del Porno (1975 – 1985), una era dorada en la que el total desconocimiento de las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA propició el nacimiento y consolidación de la industria para adultos, la cual hasta ese momento no había obtenido el reconocimiento popular del que disfrutaría tiempo después (la mayor parte de las películas eran producidas de manera underground y con una distribución mínima).
La cinta nos narra las vivencias de diversas personas pertenecientes a este mundillo, en especial la de uno de ellos, Dirk Diggler (interpretado magistralmente por Mark Wahlberg en su primer papel protagonista de importancia), quién de la noche a la mañana comenzará una vertiginosa carrera que le llevará de ser un don nadie a convertirse en la “estrella” porno más importante del momento, con todos los excesos y dificultades que eso conllevará para su vida y la de aquellos que le rodean.
"Voy a ser una estrella, una gran estrella"
Valle de San Fernando, California, 1977. Eddie Adams (Mark Wahlberg) es un joven de 16 años que parece no conformarse con la vida que lleva. Vive con sus padres en Torrance, cerca de Los Ángeles, pero no precisamente en el mejor ambiente posible para un chico de su edad, pues su madre, una mujer neurótica y alcoholizada que maneja a su marido (un hombre dócil y sumiso que poco tiene que hacer o decir en su casa), no hace más que hacerle la vida imposible a su hijo, acusándolo continuamente de ser un holgazán y avisándole de que no tiene el suficiente talento ni mucho menos la suficiente inteligencia como para llegar a ser nadie en la vida, y eso es precisamente lo que abre los ojos a Eddie. Si hay algo que el anhela y desea por encima de todas las cosas es llegar a ser algo grande, o tal y como él dice, llegar a ser una estrella, una gran estrella, y hará todo lo posible por conseguirlo.
Tras dejar el colegio y conseguir un humilde trabajo como friega platos en una sala de fiestas del valle de San Fernando (frecuentada por actores y directores del mundo del porno), Eddie conoce allí a Jack Horner (Burt Reynolds), un renombrado director y cazatalentos que rápidamente se fija en él como si de un diamante en bruto se tratase, convenciéndole para que se meta en una de sus películas a probar suerte. Allí conocerá a varios actores y actrices, como Amber Waves (Julianne Moore), Reed Rothchild (John C. Rilley) o Rollergirl (Heather Graham), una joven actriz que anda sobre patines las 24 horas del día. Será precisamente con esta última que Eddie llame la atención de Jack, debido especialmente al formidable tamaño de su pene (todo un reclamo para sus películas), rodando poco después su primera escena que se transformará en un éxito masivo y que hará de Eddie la estrella porno del momento.

Jack Horner (Burt Reynolds) y su equipo de filmación momentos antes de rodar una "escena"
Cambiará su nombre de cara al público por el de Dirk Diggler y comenzará una serie de películas de gran éxito junto a su amigo Reed Rothchild que no harán más que aumentar su fama y su fortuna hasta límites que él jamás hubiese soñado, aunque por desgracia, todo lo bueno siempre acaba pasando: su adicción a las drogas, especialmente a la cocaína, harán peligrar seriamente la carrera y el estado de salud mental de nuestro protagonista, quién terminará descendiendo a un infierno del que difícilmente podrá salir airoso.
Escrita y dirigida por uno de los mejores realizadores cinematográficos de los últimos 20 años, Boogie Nights se trata de una película realmente fabulosa, con una presentación muy original tanto en su forma como en su contenido y dotada de un estilo brillante que hace que todos y cada uno de los elementos que la componen destaquen por igual, ya sea a nivel artístico o técnico.
El propio Paul Thomas Anderson concibió la historia basándose en un cortometraje dirigido por el mismo en 1988 llamado  La historia de Dirk Diggler (de donde toma el nombre el protagonista de Boogie Nights), el cual estaba basado en parte de la vida de John Holmes, uno de los actores más conocidos y de mayor éxito de la Edad de Oro del Porno, sirviendo todo ello de inspiración al director para concebir el que sería su primer gran éxito de crítica y de público tras la realización de su primer film, Hard Eight (1996).
Amber Waves (Julianne More) y Dirk Diggler (Mark Wahlberg) en una escena de la película
La película además cuenta con un estilo narrativo muy original y dinámico que recuerda al visto en cintas anteriores como la obra maestra Uno de los Nuestros (1990), o incluso Pulp Fiction (1994), estando dotada de un eficiente montaje a cargo de Dylan Tichenor que nos ofrece una combinación perfecta entre imágenes y música de forma casi constante, siendo la banda sonora otro de los puntos fuertes del largometraje, (ya que recoge algunos de los grandes clásicos de la época en la que está ambientada la película), siendo este estilo narrativo una de las grandes señas de identidad del nuevo cine desarrollado durante la década de los 90 en adelante: películas muy dinámicas que cuentan con una BSO muy escogida y con una dirección impecable que es capaz de mantenernos en nuestros asientos durante varias horas si es preciso sin que ni siquiera nos percatemos del paso del tiempo.
En este sentido, una buena historia muy bien traída se hace necesaria para poder realizar un largometraje de esta clase, y Boogie Nights la tiene y con creces.
Por otro lado, el elemento que más puede llamar la atención del espectador sea la presencia de un reparto espectacular en el que destacan actores de la talla de Julianne Moore, Burt Reynolds (quién volvió momentáneamente al estrellato después de su espectacular interpretación en esta película), Heather Grahman, Don Cheadle, John C. Rilley, William H. Macy, Philip Seymour Hoffman o el propio Mark Wahlberg, todos ellos estupendos en las caracterizaciones de sus respectivos peronajes. De hecho, muchos de los actores y actrices de la película son ya comunes en los films de Paul Thomas Anderson, como es el caso de John C. Rilley o de Philip Seymour Hoffman, a los que se puede ver en otro peliculón del director como es Magnolia (1999), ambientada también en Valle de San Fernando y que cuenta con un enorme Tom Cruise como co – protagonista en uno de los mejores papeles de su carrera.
La ambientación de la época también es otro elemento muy destacable de la cinta: los peinados, la ropa, los pantalones de campana, los automóviles, la decoración de las casas etc…hasta el más mínimo detalle está cuidado en esta gran película, la cual obtendría un excelente recibimiento tanto por parte del público como de la crítica, obteniendo 3 nominaciones a los Oscar en las categorías de Mejor Guión Original para Paul Thomas Anderson, Mejor Actor Secundario y Mejor Actriz Secundaria para Burt Reynolds y Julianne Moore respectivamente, ambos espléndidos en sus caracterizaciones de un director que busca desesperadamente el éxito y de una actriz divorciada con un hijo al que apenas ve, que encuentra en Eddie un espejo en el que reflejarse.
Como ya digo, una de las mejores y más originales películas de la década de los 90, con un estilo absolutamente brillante de la mano de uno de mis directores favoritos, cuyo visionado os recomiendo encarecidamente. A continuación o dejo con un vídeo que recoge los primeros minutos de la película en el que podéis disfrutar de un espectacular plano secuencia de varios minutos que espero, os anime a verla. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

sábado, 1 de enero de 2011

"Camino a la libertad" (2010), el esperado regreso de Peter Weir



La última película de Peter Weir, un viaje de más de 6.000 km que nos llevará desde las estepas heladas de la Rusia siberiana hasta los enormes picos de la cordillera del Himalaya, todo ello de la mano de un genial Ed Harris

Después de una ausencia de casi 7 años alejado de la gran pantalla, y tras afrontar una serie de proyectos cinematográficos frustrados como la adaptación de la novela de William Gibson “Pattern Recognition”, o la obra “The Playmaker”, de Thomas Keneally, el gran director australiano Peter Weir regresa este año para estrenar la película “Camino a la libertad”, un prometedor film basado en las memorias de Slawomir Rawicz que se estrena en nuestros cines el próximo 5 de Enero, contando con un reparto de lujo que incluye a nombres de la talla de Ed Harris en el papel protagonista, Colin Farrell o  Mark Strong, entre otros.
El que fuera director de títulos míticos como “Gallipoli” (película bélica ambientada en la Turquía de la Primera Guerra Mundial), la estupenda “El año que vivimos peligrosamente” (con Mel Gibson y Sigourney Weaver interpretando a dos periodistas que cubrían la ascensión del general Suharto en Indonesia), “Único Testigo”, las celebradas “El club de los poetas muertos” y “El Show de Truman”, y su última película hasta la fecha, la espectacular “Master and Commander: al otro lado del Mundo”, nos presenta su esperado regreso desempeñando la doble función de dirección y co-guionista junto a Keith Clarke de una excelente película que nos narra la odisea de Janusz, un oficial del ejército polaco que tras escapar de un Gulag situado en la Siberia Soviética en el que fue confinado tras la invasión germano-rusa de Polonia a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, emprende una épica marcha de miles de kilómetros junto a otros seis presos a través de Mongolia, el desierto del Gobi y la cordillera del Himalaya para tratar de llegar hasta la India Británica, todo ello basado en la historia real de Slawomir Rawicz (1914 – 2004), el oficial polaco autor de la obra que ha sido adaptada para la película. A pesar de este último dato, no han faltado voces críticas que afirman que la historia de Slawomir no es del todo cierta, indicando que la supuesta evasión del campo y posterior marcha hasta la India formaban parte de las vivencias de otro militar encarcelado llamado Witold Glinski.
El film, que cuenta con la participación de los estudios de la National Geographic en la localización de los exteriores utilizados para la filmación, hace un verdadero despliegue de recursos cinematográficos que nos muestran la inmensidad de las estepas heladas y de los interminables desiertos que sirven como telón de fondo a la historia, una historia en la que no faltan elementos tópicos de estas producciones como un intenso dramatismo, el espíritu de superación, la llamada de la libertad, y una vaga reconstrucción de los hechos basada en fuentes históricas que no suelen ser exactas al cien por cien, como suele ocurrir por desgracia en este tipo de películas, que dejan al margen el contexto puramente histórico a favor de los hechos que aquí se nos narran.
A pesar de todo, se trata de una película con unos valores de producción más que aceptables, una dirección impecable como suele ser típica del gran Peter Weir, así como con un buen reparto que cuenta en especial con una soberbia actuación de Ed Harris.
A continuación podéis ver el tráiler de la película. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

jueves, 30 de diciembre de 2010

"Senderos de Gloria", de Stanley Kubrick (1957)


Extraordinario film anti belicista de Stanley Kubrick que nos muestra con toda su crudeza los horrores de la guerra y la ceguera del aparato militar


(Nota: artículo importado de mi anterior bitácora, "La Ciudad de los Náufragos", que he querido recuperar para la filmoteca de Leo) Como la mayor parte de los amantes y espectadores del cine en general saben y reconocen, el cine bélico se ha convertido con el paso del tiempo en uno de los géneros cinematográficos más celebrados y con mayor éxito de la historia del celuloide, habiéndonos aportado algunas de las mejores y más impactantes cintas jamás proyectadas en una sala de cine y creando verdaderas legiones de incondicionales fans y admiradores de este género a lo largo y ancho del mundo.

Elementos como el heroísmo, el patriotismo, la capacidad de sufrimiento de los soldados y combatientes, así como el propio interés que los conflictos bélicos suelen despertar entre el público en general, son tópicos que desde los mismos comienzos de la industria cinematográfica han alimentado tanto a las mentes de los realizadores como de los espectadores a la hora de realizar y de visionar películas que intenten recoger los elementos que han caracterizado el devenir de la historia de la humanidad desde sus mismos orígenes, siendo por desgracia la guerra uno de los factores más importantes y tristemente frecuentes de nuestra evolución.

A pesar de que por desgracia el ámbito de la guerra y de los conflictos humanos a dejado una huella imborrable a lo largo de nuestra historia (tanto pasada como presente), causando millones de muertos, destrozando la vida y las esperanzas de generaciones enteras y dividiendo a cientos de pueblos desde prácticamente el inicio de los tiempos, el cine bélico (salvo contadas excepciones), se ha centrado especialmente en recoger todas aquellas historias, relatos, operaciones y acontecimientos militares variados pertenecientes a los conflictos bélicos que se produjeron durante el siglo XX, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta la enorme magnitud de las dos guerras mundiales que asolaron la faz del planeta entre 1914 y 1945, con un espacio de apenas veinte años que separó a ambas guerras y en el que tampoco faltaron conflictos militares de algún tipo en determinadas regiones del mundo. Por desgracia, el siglo XX no solo estuvo marcado por estos dos acontecimientos históricos que tanta importancia tuvieron para la caracterización y el desarrollo del mundo en el que vivimos, sino que también se produjeron otra serie importante de conflictos militares ajenos a las fronteras de Occidente que crearon un infierno sobre la tierra en muy diversos países y regiones del extremo y el medio oriente, como la Guerra de Vietnam, la Guerra de Corea o las dos Guerras del Golfo, por no hablar de las innumerables y brutales guerras civiles que asolaron a la mayor parte del continente africano en los años que siguieron a la descolonización europea durante los años 60 y 70.

Todos estos conflictos militares sirvieron, tanto a la industria hollywoodiense como al cine europeo, como fuente de inspiración para realizar una lista prácticamente interminable de películas acerca de dichos conflictos, dando origen a diferentes puntos de vista desde los que poder enfocar la naturaleza de estos acontecimientos militares que enfrentaron a la humanidad durante el pasado siglo. Algunos de estos puntos de vista se centraron en ofrecer visiones grandilocuentes y optimistas de la guerra, dando origen a una serie de películas propagandísticas que trataban de resaltar los valores que supuestamente hacían de la guerra algo digno y honorable, desembocando en cintas bastantes penosas tanto en su contenido como en el absurdo mensaje que intentaban transmitir, como es el caso de “Boinas de Verdes” de John Wayne. Por otro lado, una buena parte del cine bélico que se desarrolló a partir de la década de los sesenta, y muy especialmente durante los años setenta y ochenta, dirigieron sus miradas a transmitir una visión dura, pesimista y muy realista de la naturaleza brutal y sin sentido que caracteriza a la guerra, viéndose motivadas, entre otras cosas, por la reciente derrota y retirada que los Estados Unidos sufrieron durante la Guerra de Vietnam, acontecimiento que dejó y dejará al país marcado para siempre. En este sentido, la industria del cine nos ofreció una serie de magníficas películas de corte anti bélico que nos advertían de las terribles consecuencias que caracterizaban a los conflictos militares, como es el caso de “El Cazador”, “Apocalypse Now”, “Platoon”, “Nacido el 4 de Julio”, “La lista de Schindler” y otras tantas cintas realmente excelentes que nos mostraban el horror de la guerra con toda su crudeza.

La película que he elegido para este comentario se trata de uno de los mejores ejemplos de este último tipo de cine, una película que se centra en advertirnos, no solo de la propia naturaleza autodestructiva y voraz de la guerra, sino también de la ceguera y de la obstinación que suele caracterizar al militarismo en tiempo de conflictos. La cinta a la que me refiero se trata de “Senderos de Gloria”, una de las mejores y más conseguidas películas de ese gran realizador contemporáneo llamado Stanley Kubrick, uno de los mayores genios del Séptimo Arte cuya filmografía ya ocupa un puesto de honor entre las videotecas de todo el mundo, y que curiosamente volvería a reincidir en el cine bélico con la excelente película “La chaqueta metálica”, estrenada en 1987.

“Senderos de Gloria” se trata de una de las cintas más recordadas y analizadas de toda la filmografía de este gran director, no solo por el claro contraste de la cinta en comparación con el resto de las películas de Kubrick (aunque realmente todas tienen algo diferente y realmente especial), sino también por la crudeza y el realismo con el que nos expone los hechos narrados en la cinta, los cuales transcurren antes, durante y después de una pequeña escaramuza militar sin importancia en la Primera Guerra Mundial.


Bienvenidos al Frente Occidental

1916. Ya son casi tres largos años los que han pasado desde que el Imperio Alemán del Kaiser Guillermo II invadiese el norte de Francia en 1914, siendo su ejército efectivamente detenido por las fuerzas aliadas durante la Primera Batalla del Marne, acontecimiento que supuso el fin de la guerra de movimientos y la instauración definitiva de la guerra de trincheras en el Frente Occidental, la cual sumió tanto a los alemanes como a los aliados británicos y franceses en una sangrienta guerra de desgaste en la que ambos bandos perdieron cientos de miles de soldados sin realizar apenas avances significativos en dicho frente. Es precisamente en este contexto en el que dos importantes militares franceses, el general Broulard (Adolphe Menjou), y el general Mireau (George Macready), decidirán mandar a un batallón de soldados a tomar una importante y fuertemente defendida posición alemana detrás de sus líneas, la llamada “Colina de las Hormigas”, en lo que ambos oficiales saben que será una misión suicida, ya que los franceses no tienen ni la más mínima posibilidad de ganar terreno. El oficial que se encontrará al mando de dicho batallón será el coronel Dax (Kirk Douglas), un experimentado militar que sabe tan bien como sus superiores que el ataque a la posición alemana resultará en una acción imposible y terriblemente frustrada, tal y como ocurrirá realmente: ninguno de los soldados franceses logrará cumplir sus objetivos, y muchos de ellos ni siquiera tendrán la oportunidad de salir de sus trincheras debido al intenso fuego alemán, razón por la que el general Mireau llegará a mandar a su artillería que abra fuego sobre sus posiciones para obligar a los soldados a avanzar.


Kirk Douglas durante la brillante escena del travelling por la trinchera, justo antes del ataque

Después de tan nefasta acción militar, y con el peligro de ver manchado su honor, los militares franceses convocarán un consejo militar en el que serán juzgados tres hombres elegidos entre los soldados del batallón por supuesta cobardía durante el ataque a la Colina de las Hormigas, por lo que el Coronel Dax decidirá ser el abogado defensor de los tres hombres injustamente acusados. 

“Senderos de Gloria” es, sencillamente, una película maravillosa, concebida en una línea similar a la de otras grandes películas anti bélicas de periodos anteriores como la genial “Sin novedad en el frente”. Durante la cinta, Stanley Kubrick sabe transmitirnos con toda la sinceridad y la frialdad los horrores característicos de la guerra, y más exactamente de la guerra de trincheras, un tipo muy concreto de combate que supuso la muerte de millones de soldados en el Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial y cuyos efectos pueden ser perfectamente observados a lo largo de la película. Factores como el miedo, los continuos bombardeos de la artillería, el barro, los cadáveres o las insalubres condiciones de vida típicas de la vida en las trincheras nos son plasmados en este film con todo su realismo, sin apenas cortarse a la hora de representárnoslos. Por otro lado, elementos como el cinismo o las absurdas cuestiones de honor en tiempos de guerra llegan a calar muy profundamente en la mente del espectador una vez vista la película, la cual contiene escenas y secuencias realmente impactantes y muy, muy crudas.

La caracterización que se nos hace de los personajes nos hace ver también muy bien la jerarquía de poder que existe en el ejército, presentándonos a los altos mandos militares como figuras casi todo poderosas y muy autoritarias que se creen poseedores de la potestad de hacer todo lo que quieran con sus soldados, sin importarles lo más mínimo la suerte o el destino de todos ellos, los cuales son representados, a su vez, como seres débiles y temerarios que día tras otro se aferran a su vida como si esa jornada fuese a ser la última de su existencia, no pudiendo evitar llorar y gritar de pánico, miedo y angustia (como se nos muestra en algunas secciones de la película).

Por su lado, en lo que se refiere a las interpretaciones, estas llegan a ser realmente magníficas, especialmente las de Kirk Douglas (Coronel Dax), George Macready (General Mireau), y las de los tres soldados que son juzgados y finalmente condenados en el consejo militar (interpretados por Joe Turkel, Kem Dibbs y Timothy Carey), los cuales se encuentran perfectos en sus respectivos papeles transmitiendo al espectador las diferentes sensaciones e impresiones que van viviendo a medida que transcurren los acontecimientos.

A continuación os dejo con un pequeño video que recoge las últimas escenas de la película, aquellas en las que el Coronel Dax, poco después de entablar una acalorada discusión con los generales Mireau y Broulard, se acerca hasta una taberna en la que una mujer de origen alemán comienza a cantar una canción a los soldados franceses allí estacionados, los cuales, después de expulsar una cuantas risotadas, se quedan prendados de la belleza de la canción que emana de la joven cantante y que ellos también conocen, ya que a pesar de ser alemana, se dan cuenta de que es tan humana y siente y padece tanto como ellos. Realmente increíble. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

"La Red Social", de David Fincher (2010)


La curiososa historia de los creadores de FaceBook, de la mano de un genial David Fincher


Si tuviésemos que escoger uno de entre todos los inventos e ingenios creados por la raza humana durante la última mitad del siglo XX y los primeros años del siglo XXI, es muy posible que alguno de vosotros, queridos lectores, dudase en cierta medida a la hora de seleccionar un solo elemento de entre todos los creados durante la era del consumismo y de las altas tecnologías, una era que ha resultado vertiginosa en todos los aspectos, no solo para nuestros mayores, sino incluso para muchos de nosotros mismos que hemos nacido en medio de esta vorágine evolutiva.
Inventos ciertamente reveladores como las pantallas de plasma, el desarrollo de la tecnología informática, los teléfonos móviles, los videojuegos etc…, todos ellos han contribuido a hacer de nuestras acomodadas vidas una existencia mucho más cómoda y placentera, enfocada en muchos aspectos al mundo de la telecomunicación y de los medios audiovisuales.
Pero si tuviésemos que centrarnos en escoger uno solo de entre tantos ingenios, ese sería sin duda alguna Internet, la red de comunicaciones global por excelencia, la cual, comportándose de igual forma que una red neuronal, se extiende hoy en día por todos y cada uno de los lugares más recónditos de nuestro planeta, llevando cantidades ingentes de información en cuestión de microsegundos de un continente a otro e interconectando a millones de personas de toda condición y cultura en el mismo espacio de tiempo. Y por si esto fuera poco, este espectacular sistema se ha ido especializando en los últimos años en un tipo concreto de red que a día de hoy triunfa a un lado y a otro del planeta entre los jóvenes especialmente, permitiendo a su vez la creación de un complejo sistema de relaciones cibernéticas que permiten conocer los gustos, el paradero e incluso las fotos favoritas de tus mejores amigos, un sistema que lleva varios años extendiéndose como la pólvora.
Se trata de las denominadas Redes Sociales, y este es precisamente el tema central de la última película del gran realizador David Fincher, “La Red Social” (“The Social Network”, 2010), la cual nos narra de una forma muy amena y dinámica la curiosa historia de los fundadores de Facebook, una de las redes sociales más populares de la actualidad con casi 500 millones de miembros en su haber y que ya he tenido oportunidad de ver ayer mismo en el cine de mi ciudad.
La historia  
Universidad de Harvard, Massachussets, año 2003. Al estudiante de ciencias informáticas Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) parece que no le van muy bien las cosas. La alumna con la que conversa en uno de los innumerables bares del campus universitario no hace más que darle largas. No solo le acusa de ser algo “friki” (NERD diría yo) y raro, sino de ser un completo gilipollas en cuanto a su forma de hablar, razón por la que la chica (Rooney Mara) le deja bastante claro que no quiere absolutamente nada con él, ni siquiera su amistad. Este hecho inesperado llevará a Mark hasta su habitación de la residencia en la que convive con programadores amigos como Dustin Moskovitz (Joseph Mazzello) y Eduardo Saverin (Andrew Garfield), quienes le ayudara a crear de inmediato un sitio online llamado FaceMash con el doble objetivo de que los alumnos de la universidad puedan escoger entre las dos tías más “macizas” del campus, así como también vengarse de la chica del bar.
En cuestión de pocas horas la página web creada por estos estudiantes consigue alcanzar las 22.000 visitas, lo que provoca que una buena parte de los servidores que sustentan la red de Harvard se vengan abajo. Mark es rápidamente señalado como el principal responsable de este hecho y es castigado por la junta directiva a seis meses de vigilancia académica, pero eso ya no importa. FaceMash ha calado muy profundamente entre los estudiantes de la universidad y es solo cuestión de tiempo que el invento explote y vaya mucho más allá, y eso es precisamente lo que ocurre. A los pocos días de estos sucesos, Mark entra en contacto con otros tres alumnos aventajados de la universidad, los hermanos Cameron y Tyler Winklevoss (ambos interpretados por el actor Armie Hammer) y Divya Narendra (Max Minghella), quienes después de quedarse asombrados por el repentino éxito de la página de Mark le ofrecen a este un puesto como programador de la página web Harvard Connection.


Los genios detrás de Facebook, en una imágen de la película
Al poco tiempo, a Mark se le ocurre la idea de crear una página web que haga las veces de Red Social entre los estudiantes que llevará por nombre “TheFaceBook”, a lo cual su amigo Eduardo dará su visto bueno y su participación económica en el proyecto. Este hecho decisivo, unido a la intención de los hermanos Winklevoss de denunciar a Mark por robo de propiedad intelectual, y la aparición repentina en la vida de este último de Sean Parker (Justin Timberlake), el co-fundador de Napster (el primer gran programa para descargarse y compartir música gratis en la red), dará un importante vuelco a la película en el que tanto la recién creada FaceBook, como la propia vida de su principal creador, Mark Zuckerberg, se precipitarán a una carrera desbocada con no tendrá un final para nada convencional.
El equipo y la historia detrás de la historia
Con un guión de Aaron Sorkin adaptado de la novela de Ben MezrichMultimillonarios por accidente: La fundación de Facebook, una historia de sexo, dinero, genio y traición”, David Fincher vuelve a sorprendernos una vez más con una estupenda película que nos cuenta una historia que parece repetirse más de lo habitual hoy en día: el nacimiento de los jóvenes billonarios y su relación con el mundo de la tecnología. Desde que Bill Gates y Paul allen (entre otros) saltaron a la fama en los años 70 y 80 con la creación de Microsoft y su sistema operativo por excelencia, Windows, muchos han sido los jóvenes genios que han seguidos caminos parecidos, como el propio Mark Zuckerberg, Sean Parker, Steve Jobs (Apple) y por supuesto Larry Page y Sergei Brin (los creados de Google), contando todos ellos con historias personales muy particulares y curiosas en relación al nacimiento de sus proyectos, al igual que ocurrió con el nacimiento de FaceBook.
David Fincher hacer uso de una duración perfecta para un largometraje de esta clase (121 minutos exactamente que consiguen mantenernos expectantes en nuestros asientos), así como de un montaje excelente y muy acertado para contarnos esta curiosa historia que muchos de nosotros seguramente ignorábamos (yo me incluyo) y que nos enseña todos los trapos sucios, engaños, confabulaciones y demandas económicas que se esconden detrás de estos macro proyectos, donde siempre destaca la presencia de alguien ambicioso que sabe jugar muy bien sus cartas para lograr sus objetivos a toda costa, una temática de fondo que ya hemos podido ver en otras películas pero que en esta su director consigue darla un aire especial y un tanto diferente, todo ello construido sobre una producción muy bien cuidada que hace de la cinta una película muy dinámica y muy bien llevada (a pesar de su abundante diálogo, en ocasiones bastante técnico), y que cuenta tras las cámaras con Jeff Cronenweth (director de fotografía de “El Club de la Lucha), el multi-intrumentista y capitán del grupo Nine Inch Nails, Trent Reznor en las labores musicales (junto al también compositor Atticus Ross), y los montadores Kirk Baxter y Angus Wall, también habituales del cine de Fincher y cuya procedencia del mundo publicitario se deja ver muy bien en la estética de esta película, al igual que en otras cintas anteriores del director (el propio Fincher también viene del mundo de los videoclips publicitarios).
Por otro lado, el reparto de la película es muy acertado y todos los actores están perfectos en la representaciones de sus respectivos personajes, en especial el protagonista del film Jesse Eisenberg, quién caracteriza a la perfección su personaje del fundador de facebook, un chaval joven, desaliñado y despreocupado en cuanto a su apariencia física que paradójicamente pasa de ser una especie de NERD inadaptado en muchos aspectos (la imágen típica que se tiene de los genios informáticos) a crear la red social más grande del planeta, en la que como muy bien se dice en la película "una vez que se prueba, engancha"
A continuación os dejo con el tráiler de una película altamente recomendable y que confieso, a mi me ha sorprendido muy gratamente, pudiendo disfrutar de la historia de aquellos genios que han hecho posible que este blog, entre otros tantos millones de webs, puedan llegar a mucha gente alrededor del mundo, pero sin olvidar que detrás de una fachada bonita, casi siempre se esconde una historia de máxima competitividad que no siempre resulta agradable. Que la disfrutéis. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

martes, 28 de diciembre de 2010

"Ed Wood", de Tim Burton (1994)


Excelente película de Tim Burton que nos narra la vida y milagros de Edward D. Wood Jr., "el peor director de la historia del cine"


¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos hemos creído algo o alguien que no somos realmente? ¿En cuantas ocasiones hemos tratado por todos los medios posibles de lograr un objetivo o una meta marcados por nosotros mismos pero que finalmente esta ha resultado inalcanzable debido a los más diversos motivos?, y sobretodo ¿Cuántos de esos intentos frustrados han terminado siendo rotundos fracasos sumados en forma de un tachón negro en nuestro expediente personal?

He de reconocer que siempre me ha parecido fascinante la capacidad del ser humano para tratar de superarse así mismo de forma casi constante a lo largo de su vida, colocándose obstáculos a lo largo del camino y esforzándose para tratar de rodearlos y salvarlos de la mejor forma posible, haciendo para ello uso de sus propias cualidades personales, del ingenio innato que caracteriza a muchos, o incluso de la ayuda de otras personas con la intención de alcanzar el objetivo deseado, lo cual resulta francamente loable y digno de admirar en todos los sentidos de la palabra (especialmente en lo que se refiere a aquellas personas que, debido a la mala suerte o a las adversidades del destino, se han visto afectados por más problemas que el resto).
Pero lo que es innegable es el hecho de que en algunas ocasiones las metas que nos hemos propuesto previamente no consiguen llegar a buen puerto, no como resultado de la mala suerte o incluso de nuestra mala estrella, ni siquiera por la intervención de otras personas, sino por nuestras propias limitaciones personales, las cuales pueden llegar a jugarnos una muy mala pasada si nos proponemos realizar algo realmente importante con nuestra vida.
Triste, muy triste pero cierto. Es nuestra ilusión por las cosas, nuestra intención por intentar triunfar en el mundo de la mejor forma posible, nuestra tendencia a intentar emular a los mejores en cada campo y nuestro propio ego lo que, unido en algunas ocasiones a esas limitaciones y a esa falta de talento de la que nosotros no tenemos culpa alguna, puede conducirnos al fracaso y a la frustración.
Por suerte, esto no suele suceder a menudo salvo en algunos casos concretos en los que dicha persona se da cuenta de lo que puede y de lo que no puede hacer y rápidamente rectifica. No obstante hay gente que no desiste en su empeño de triunfar y de seguir adelante manteniendo la ilusión y la esperanza, pero ignorando al mismo tiempo que, por desgracia, no está dotada de las cualidades necesarias para ello.
Si hay una película que me venga a la cabeza en este momento y que además ilustre a la perfección y de forma magistral lo que acabo de comentar, esa es “Ed Wood”, un más que excelente film dirigido por Tim Burton en 1994 y que constituye un buen ejemplo de lo que una persona sin ningún tipo de talento, pero con una gran ilusión y confianza en sí misma puede llegar a hacer por lograr su objetivo, y no digamos ya si ese objetivo es querer igualar a Orson Welles en Ciudadano Kane.
La película nos narra en forma de biopic la vida y milagros del que es considerado por muchos críticos de cine, expertos, periodistas y aficionados como el peor director de la historia del Séptimo Arte, Edward D. Wood Jr., quién durante los años 50 y parte de los 60 y 70 dirigió una notable cantidad de películas de serie B caracterizadas por su bajo presupuesto, sus más que errores de guión, filmación, montaje, fotografía y efectos especiales, una temática propia de la época (invasiones extraterrestres, la Era Atómica de la Guerra Fría, etc…), así como también por las actuaciones de baja calidad de muchos de los actores que le acompañaron durante su carrera, de los cuales destacó sobremanera un ya decadente Bela Lugosi (archiconocido por su sublime interpretación de Drácula en la versión de Tod Browning de 1931), el cual se encontraba más preocupado por hacer frente a las deudas, la depresión y la adicción a la morfina que por realizar una buena actuación en sus películas.
De entre los numerosos films que dirigió Ed Wood a lo largo de su “dilatada” carrera podemos destacar algunos como “Glen o Glenda” (1953), “La Novia del Monstruo” (1955) y, por supuesto, “Plan 9 del Espacio Exterior” (1959), una extravagante producción acerca de una supuesta invasión extraterrestre que se ve precedida por la reanimación de los muertos recientes como parte del plan de ataque, considerada por muchos como la peor película de la historia del cine.
La cinta de Tim Burton parte de una trama bien sencilla: distrito de Hollywood, Los Ángeles, 1953. El aspirante a director de cine y escritor aficionado de obras de teatro Ed Wood (Johnny Depp) está desesperado por introducirse en el mundo del cine. Su obsesión por la materia, así como su intención confesa de imitar a Orson Welles en sus labores de dirección, guión y protagonismo en Ciudadano Kane le llevan a trabajar de repartidor en unos grandes estudios, donde Ed queda fascinado por su funcionamiento interno. Muchos son los que le animan a dar el salto al cine a pesar de sus rotundos fracasos de cara a sus obras teatrales, entre los que están su novia Dolores Fuller (Sarah Jessica Parker) y su amigo Bunny Breckinridge (Bill Murray). Un buen día, Ed ve un artículo en la revista Variety en el que se solicitan directores con experiencia para dirigir una película acerca de la vida de Christine Jorgensen (el primer caso de cambio de sexo conocido a nivel popular en los Estados Unidos). Este hecho, unido al encuentro casual que Ed tendrá con uno de los ídolos de su vida, Bela Lugosi (Martin Landau), le llevará al inicio de su carrera “profesional” en la que Lugosi intervendrá en numerosas ocasiones creando una estrecha amistad con Eddie.


Bela Lugosi (Martin Landau) y Johnny Depp (Ed Wood) en una escena de la película

La película de Tim Burton acerca de la vida de este curioso personaje resulta destacable en prácticamente todos los aspectos de la misma. Realizada en una época en la que su director estaba conociendo un gran éxito con sus películas (ya para 1994 había dirigido films de la talla de “Beetlejuice”, “Batman” o “Eduardo Manostijeras”), y en la que su relación con el actor fetiche Johnny Depp comenzaba a tomar forma definitivamente, “Ed Wood” se trata de una película muy especial y particular dentro de la filmografía de su director, pues a pesar de contar con buena parte de la estética bizarra y en algunos momentos grotesca propia del cine de Tim Burton (una estética que por cierto me encanta y que en este caso no podría ser de otra forma tratando acerca de la vida de alguien como Ed Wood), su estilo narrativo en forma de biografía cinematográfica y cronológicamente perfecta, la idiosincrasia que envuelve al conjunto de la película, tanto a los diálogos como a la propia caracterización de los personajes (repito, es un vivo reflejo de Ed Wood y del mundo que le rodeó), y la excelente mezcla que el director realiza entre los géneros de la comedia y del drama ligero confieren a esta película un status muy grande que la sitúa posiblemente como la mejor película de Tim Burton (personalmente me parece la mejor).
Estéticamente la película es una obra muy acertada, con una utilización espléndida de la fotografía en blanco y negro (parece realmente que estamos viendo una película de serie B de los años 50) y una insólita meticulosidad en todos y cada uno de los detalles que pueden apreciarse en las escenas en las que el personaje de Johnny Depp aparece dirigiendo una de sus alocadas películas (el plató de “Plan 9 del Espacio Exterior” es calcado al de la película original), por no hablar del maquillaje del gran Rick Baker que logra hacer de Martin Landau una copia viviente de Bela Lugosi. En este sentido resulta muy interesante la estética general que logra crear Tim Burton, la cual consigue sumergirnos rápidamente en un mundo surrealista que recuerda a otras películas anteriores como a la fabulosa “El Hombre Elefante” de David Lynch, salvando las distancias, evidentemente.



Cartel de "Plan 9 del Espacio Exterior" (1959)


Por otro lado, la estupenda interpretación de Johnny Depp se ve secundada por un reparto verdaderamente de lujo, con la participación de Sarah Jessica Parker, Bill Murray, la actriz y modelo Lisa Marie (pareja de Tim Burton por aquel entonces), Patricia Arquette, Jeffrey Jones, y por supuesto un enorme Martin Landau espléndido en su interpretación de un decadente y casi acabado Bela Lugosi, la cual le otorgaría un merecido Oscar al Mejor Actor Secundario en 1994.
A pesar de que la película fue muy bien recibida en su día por parte de la crítica (ganó varios premios, entre ellos 2 Oscar, 1 Globo de Oro y su nominación en el Festival de Cannes para la Palma de Oro), no tuvo igual respuesta por parte del público, quién no secundo demasiado bien la cinta y esta tuvo que afrontar una recaudación de taquilla bastante limitada. Aún así, se trata de un film que ha aguantado muy bien el paso del tiempo y que yo mismo suelo visionar bastante a menudo, recordando siempre la curiosa historia de Edward D. Wood Jr., “el peor director de la historia del cine” que nunca desistió en su empeño de seguir adelante y triunfar en un mundo cuyas puertas estaban cerradas para él desde el principio.
A continuación os dejo con una divertida escena de la película en la que Ed y su equipo de rodaje se disponen a rodar una escena de la película “La novia del átomo” (posteriormente renombrada “la novia del monstruo), en la que Bela Lugosi debe luchar contra un pulpo gigante en una ciénaga. Basta con decir que el pulpo de goma es robado de un estudio y que encima se olvidan de coger el motor que mueve sus patas, por lo que Bela debe batirse en duelo con el moviendo al mismo tiempo al pulpo con sus propias manos. Divertidísimo. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

"¿Cámara?, rodando...¿sonido?...Ed, no tenemos sonido...eehm...ACCIÓN"

domingo, 26 de diciembre de 2010

Inicio del blog

Hola a todos/as y sed bienvenidos a esta primera entrada del blog:

He decidido crearle con la esperanza de poder sustituir a la anterior bitácora que tenía entre manos y que llevaba por título La Ciudad de los Náufragos, un blog que a pesar de haberle originado con una gran ilusión y con la humilde intención de tratar de aportar un poquito más a este enorme mundo de la blogosfera, la falta de atención y de decicación acabaron por dar al traste con el mismo llegando a suponer su cierre definitivo.

Ahora, con mucha ilusión y una determinación aún mayor de corregir y enmendar los errores pasados, me dispongo a dar origen a un nuevo proyecto que espero, pueda agradar a todos los que en su día disfrutaron con La Ciudad de los Náufragos y, por supuesto, a todos aquellos que no me conocéis y que compartís un gusto común por el séptimo arte y las grandes obras que nos ha legado. Mis más sinceros agradecimientos a todos de antemano.

Poco a poco intentaré ir dando forma al blog, ofreciéndoos mi humilde y particular visión de los temas que trataremos.

Un saludo a todos y os espero pronto!!!