martes, 4 de enero de 2011

"Boogie Nights", de Paul Thomas Anderson (1997)


Fabuloso largometraje de Paul Thomas Anderson que nos ofrece una original, pero desencantada visión de la industria pornográfica durante la Edad de Oro de los años 70 y 80

Hace ya algún tiempo que leí un curiosísimo artículo en la famosa revista Forbes en el que se explicaba de forma detallada la situación de la industria de Hollywood en números, ofreciendo datos exactos que daban una ligera idea sobre cómo se encuentran actualmente los dominios del Rey Midas del mundo del cine. En él se informaba acerca del salario de los actores y de los equipos técnicos, del volumen de dinero que este gigante de la cinematografía factura anualmente, de los gastos y las pérdidas que por desgracia también se generan como consecuencia de las grandes superproducciones y de las campañas publicitarias destinadas a promocionar por todo el mundo las innumerables películas que allí se realizan, así como también de una gran cantidad de datos relacionados con las líneas de distribución, con la asistencia por parte del público a las grandes salas de los Estados Unidos, y en definitiva de otros tantos chascarrillos y tecnicismos que no llamaron especialmente mi atención.
Pero fue precisamente en la denominada letra pequeña donde encontré un dato  sorprendente y digno de mención que, debo reconocer, me dejó prácticamente boquiabierto. En las últimas líneas del artículo se revelaba que desde hace aproximadamente unos dos años, y muy especialmente durante el pasado año, la industria pornográfica norteamericana superó con creces la facturación económica de Hollywood (según parece en varios miles de millones de dólares), a lo cual se sumaban unas pérdidas prácticamente nulas y una balanza de gastos e ingresos mucho más estable  en relación a la del gigante de la producción cinematográfica convencional.
¿Fracaso rotundo de las bases del mundo de Hollywood, o por el contrario éxito masivo de las películas realizadas en la industria del porno? Como decía aquel gran sabio, “todo lo prohibido atrae, y si además es morboso, atrae el doble”.
Asentada en el Valle de San Fernando, junto a la ciudad de Los Ángeles, la industria pornográfica californiana lleva varios años siendo uno de los centros indiscutibles del sector audiovisual para adultos en los Estados Unidos, generando una producción masiva de material pornográfico que se vende prácticamente en todas partes y que además se ve alimentada por la distribución vía internet, (donde las posibilidades de comercialización son prácticamente infinitas), siendo este último una de las fuentes de mayor beneficio de la industria (por no decir la principal).
Pero al margen de todo esto, lo que resulta realmente interesante es la visión que se ha venido teniendo tradicionalmente de este extraño mundo que muchos no dudan de calificar como sórdido, desagradable y sobretodo oscuro, muy muy oscuro…, en resumen, un mundo del que en realidad no sabemos nada. Por supuesto, la industria del cine (ahora sí, convencional), ha tratado en algunas ocasiones de ofrecernos una imagen un tanto distorsionada acerca del funcionamiento interno del mundo del porno, sobre todo por medio de documentales en los que pueden verse a las “estrellas” del género hablando sobre su vida y sobre sus vivencias personales, tanto delante como detrás de las cámaras. En resumen, todo ello muy vago y confuso.
Pero si hay una película que ha sabido transmitir la realidad que se esconde detrás de este “sórdido” mundillo, no enfocándolo de forma superficial, sino realizando una mirada profunda a las vidas de aquellos que trabajan en el, esa es la sensacional Boogie Nights, una de las mejores y más celebradas películas del gran realizador Paul Thomas Anderson, la cual nos ofrece un estupendo recorrido por los entresijos de la industria pornográfica de California durante la denominada Edad de Oro del Porno (1975 – 1985), una era dorada en la que el total desconocimiento de las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA propició el nacimiento y consolidación de la industria para adultos, la cual hasta ese momento no había obtenido el reconocimiento popular del que disfrutaría tiempo después (la mayor parte de las películas eran producidas de manera underground y con una distribución mínima).
La cinta nos narra las vivencias de diversas personas pertenecientes a este mundillo, en especial la de uno de ellos, Dirk Diggler (interpretado magistralmente por Mark Wahlberg en su primer papel protagonista de importancia), quién de la noche a la mañana comenzará una vertiginosa carrera que le llevará de ser un don nadie a convertirse en la “estrella” porno más importante del momento, con todos los excesos y dificultades que eso conllevará para su vida y la de aquellos que le rodean.
"Voy a ser una estrella, una gran estrella"
Valle de San Fernando, California, 1977. Eddie Adams (Mark Wahlberg) es un joven de 16 años que parece no conformarse con la vida que lleva. Vive con sus padres en Torrance, cerca de Los Ángeles, pero no precisamente en el mejor ambiente posible para un chico de su edad, pues su madre, una mujer neurótica y alcoholizada que maneja a su marido (un hombre dócil y sumiso que poco tiene que hacer o decir en su casa), no hace más que hacerle la vida imposible a su hijo, acusándolo continuamente de ser un holgazán y avisándole de que no tiene el suficiente talento ni mucho menos la suficiente inteligencia como para llegar a ser nadie en la vida, y eso es precisamente lo que abre los ojos a Eddie. Si hay algo que el anhela y desea por encima de todas las cosas es llegar a ser algo grande, o tal y como él dice, llegar a ser una estrella, una gran estrella, y hará todo lo posible por conseguirlo.
Tras dejar el colegio y conseguir un humilde trabajo como friega platos en una sala de fiestas del valle de San Fernando (frecuentada por actores y directores del mundo del porno), Eddie conoce allí a Jack Horner (Burt Reynolds), un renombrado director y cazatalentos que rápidamente se fija en él como si de un diamante en bruto se tratase, convenciéndole para que se meta en una de sus películas a probar suerte. Allí conocerá a varios actores y actrices, como Amber Waves (Julianne Moore), Reed Rothchild (John C. Rilley) o Rollergirl (Heather Graham), una joven actriz que anda sobre patines las 24 horas del día. Será precisamente con esta última que Eddie llame la atención de Jack, debido especialmente al formidable tamaño de su pene (todo un reclamo para sus películas), rodando poco después su primera escena que se transformará en un éxito masivo y que hará de Eddie la estrella porno del momento.

Jack Horner (Burt Reynolds) y su equipo de filmación momentos antes de rodar una "escena"
Cambiará su nombre de cara al público por el de Dirk Diggler y comenzará una serie de películas de gran éxito junto a su amigo Reed Rothchild que no harán más que aumentar su fama y su fortuna hasta límites que él jamás hubiese soñado, aunque por desgracia, todo lo bueno siempre acaba pasando: su adicción a las drogas, especialmente a la cocaína, harán peligrar seriamente la carrera y el estado de salud mental de nuestro protagonista, quién terminará descendiendo a un infierno del que difícilmente podrá salir airoso.
Escrita y dirigida por uno de los mejores realizadores cinematográficos de los últimos 20 años, Boogie Nights se trata de una película realmente fabulosa, con una presentación muy original tanto en su forma como en su contenido y dotada de un estilo brillante que hace que todos y cada uno de los elementos que la componen destaquen por igual, ya sea a nivel artístico o técnico.
El propio Paul Thomas Anderson concibió la historia basándose en un cortometraje dirigido por el mismo en 1988 llamado  La historia de Dirk Diggler (de donde toma el nombre el protagonista de Boogie Nights), el cual estaba basado en parte de la vida de John Holmes, uno de los actores más conocidos y de mayor éxito de la Edad de Oro del Porno, sirviendo todo ello de inspiración al director para concebir el que sería su primer gran éxito de crítica y de público tras la realización de su primer film, Hard Eight (1996).
Amber Waves (Julianne More) y Dirk Diggler (Mark Wahlberg) en una escena de la película
La película además cuenta con un estilo narrativo muy original y dinámico que recuerda al visto en cintas anteriores como la obra maestra Uno de los Nuestros (1990), o incluso Pulp Fiction (1994), estando dotada de un eficiente montaje a cargo de Dylan Tichenor que nos ofrece una combinación perfecta entre imágenes y música de forma casi constante, siendo la banda sonora otro de los puntos fuertes del largometraje, (ya que recoge algunos de los grandes clásicos de la época en la que está ambientada la película), siendo este estilo narrativo una de las grandes señas de identidad del nuevo cine desarrollado durante la década de los 90 en adelante: películas muy dinámicas que cuentan con una BSO muy escogida y con una dirección impecable que es capaz de mantenernos en nuestros asientos durante varias horas si es preciso sin que ni siquiera nos percatemos del paso del tiempo.
En este sentido, una buena historia muy bien traída se hace necesaria para poder realizar un largometraje de esta clase, y Boogie Nights la tiene y con creces.
Por otro lado, el elemento que más puede llamar la atención del espectador sea la presencia de un reparto espectacular en el que destacan actores de la talla de Julianne Moore, Burt Reynolds (quién volvió momentáneamente al estrellato después de su espectacular interpretación en esta película), Heather Grahman, Don Cheadle, John C. Rilley, William H. Macy, Philip Seymour Hoffman o el propio Mark Wahlberg, todos ellos estupendos en las caracterizaciones de sus respectivos peronajes. De hecho, muchos de los actores y actrices de la película son ya comunes en los films de Paul Thomas Anderson, como es el caso de John C. Rilley o de Philip Seymour Hoffman, a los que se puede ver en otro peliculón del director como es Magnolia (1999), ambientada también en Valle de San Fernando y que cuenta con un enorme Tom Cruise como co – protagonista en uno de los mejores papeles de su carrera.
La ambientación de la época también es otro elemento muy destacable de la cinta: los peinados, la ropa, los pantalones de campana, los automóviles, la decoración de las casas etc…hasta el más mínimo detalle está cuidado en esta gran película, la cual obtendría un excelente recibimiento tanto por parte del público como de la crítica, obteniendo 3 nominaciones a los Oscar en las categorías de Mejor Guión Original para Paul Thomas Anderson, Mejor Actor Secundario y Mejor Actriz Secundaria para Burt Reynolds y Julianne Moore respectivamente, ambos espléndidos en sus caracterizaciones de un director que busca desesperadamente el éxito y de una actriz divorciada con un hijo al que apenas ve, que encuentra en Eddie un espejo en el que reflejarse.
Como ya digo, una de las mejores y más originales películas de la década de los 90, con un estilo absolutamente brillante de la mano de uno de mis directores favoritos, cuyo visionado os recomiendo encarecidamente. A continuación o dejo con un vídeo que recoge los primeros minutos de la película en el que podéis disfrutar de un espectacular plano secuencia de varios minutos que espero, os anime a verla. (Todos los artículos protegidos por una licencia Creative Commons)

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